++++ ~ Quizá hayamos vivido mil vidas antes que esta & nos emos encontrado en cada una de ellas ~

martes, 17 de agosto de 2010

Su pequeña historia de amor.

El y ella enamorados. Ambos lo sabían pero ninguno quería estropearlo, por eso fingían ser amigos. Y de algún modo, así les iba bien.
Cuando ella llegaba a clase cada día, corría a darle un abrazo. Él la rodeaba por la cintura, con mucha delicadeza. Le daba miedo romperla, pero sobretodo temía que en un abrazo ella supiera cuánto la quería y eso rompiera el encanto.
El resto de la clase siempre hacían bromas y se burlaban. Ellos les sacaban la lengua y se reían nerviosos.
Había días en los que ella además, se atrevía a darle un beso pequeño y lento en la mejilla. El mundo de el se paraba en ese instante y vivía, con el corazón en la garganta, los escasos segundos que duraba ese pequeño beso.
Pero no era sólo ella quien demostraba su amor con pequeñísimos detalles. El no podía evitar tomarla de la mano por debajo del pupitre. Después, la miraba de reojo para ver si se inmutaba. A ella le hervía el alma y dirigía sus ojos fijamente a la pizarra para concentrarse y no ponerse roja. Era la forma que tenían de besarse, de gritarse mutuamente que se amaban. Los cursos pasaban, los años florecían y su amor se agrandaba. Pero ya no había forma de ocultarlo. Ella pasaba más tiempo abrazada a él que con los compañeros. Y él dedicaba las clases a centrar su mirada en ella. Aún así, nadie parecía darse cuenta de su pequeña historia de amor.
Iban siempre juntos, se sentaban juntos, estudiaban juntos y más de una noche dormían juntos. Los besos nunca llegaban y el amor seguía callado.
Pero un día todo eso se acabó.

-tengo algo que decirte… (el)


Y ella lo sabía. Ya no recordaba cuando había empezado todo, pero no quería que se acabara.


- Yo… (el)
- ¡No me lo digas! (ella)
- ¿Por qué? (el)


el estaba perplejo. ¡Tenía que decírselo! ¡No aguantaba más! Pero ¿y si no sentía lo mismo? ¿Y si la perdía?


- Porque no quiero escucharlo. (ella)


Siguieron caminando con la cabeza agachada y la mente echa un torbellino. Ambos querían seguir dándose millones de abrazos, querían sus besos en las mejillas y sus miradas en silencio.


- pero yo… (el)
- ¡No, no y no! (ella)


Ella se tapó los oídos con fuerza, encogiéndose y apretando mucho los ojos. Pero el ya no tenía palabras para dedicarle un te quiero. Cerró los ojos y besó sus labios.

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